DESDE EL TRAGALUZ - Fragmento

 

Tras la consulta con el doctor Teruel, Johana se marchó directa a casa. Eran apenas las seis y media, pero no tenía cuerpo para nada más aquel día. Paseaba sin prisa, recreándose en la idea de un baño caliente para después sumergirse en su taller de pintura y perderse entre pinceles, tubos de colores y el lienzo en el que trabajaba.

El atardecer sereno se dejaba sentir más cálido cada vez, anunciando tímidamente la llegada de la primavera.

A paso lento y despreocupado, tardó unos veinte minutos en llegar a una calle residencial surcada por chalés a ambos lados y cubierta por una bóveda de árboles descarnados en espera de sus nuevas hojas.

Se detuvo frente a una muralla de piedra blanca y un gran portón de acero. Junto a él, otra puerta más pequeña, también de acero, y un buzón plateado. Johana consultó su correspondencia, y entre un fajo de cartas de publicidad y la factura de la compañía eléctrica, encontró un sobre tamaño folio con su nombre. Hizo una mueca de fastidio y lo abrió con desgana. Era una revista en cuya portada aparecía la fotografía de un amplio recinto decorado con luces doradas.

“Hospital Castell, 25 años ofreciendo lo mejor de nosotros”

Johana la ojeó, en su interior había una nota escrita a mano:

Aquí te mando un ejemplar de la revista que está publicitando el aniversario del Castell. Espero que te parezca bien. La empresa de eventos lo tiene todo preparado, será el 28 de mayo, aún faltan casi tres meses, pero es bueno que te vayas haciendo a la idea. ¡No puedes faltar! A fin de cuentas, es el hospital de tu padre.

            Te veo pronto.

                        Teresa




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