lOS PEQUEÑOS ROMANCES: Sigo aquí
Escucho pasos en la escalera, la luz del rellano se ha encendido súbitamente. El pulso se me acelera cuando miro por la mirilla esperando que seas tú, pero no te veo, sólo oigo pasos alejarse, su sonido inquieto resuena en las paredes hasta ahogarse en los confines del largo corredor. Abro con cuidado mi puerta, el silencio es perturbador, pero entonces, los segundos de la luz comunitaria se agotan y me quedo a oscuras.
Entro de
nuevo en casa.
*
Lunes
Me levanto con un sobresalto, he soñado contigo, mi móvil
suena y corro para ver si hay algún mensaje. Y sí que lo hay, pero mi ilusión
choca estrepitosamente con la realidad cuando veo que no es tuyo, sino de la
compañía telefónica avisándome de que mi próxima factura ya está disponible.
Resoplo, me meso el cabello, quiero llorar.
¿Por qué no me llamas?
Miro por la ventana, la noche es profunda, tan oscura como
este invierno metálico que cae sobre mi corazón desde el día en que me dejaste,
el día en que te perdí.
Martes
Sin mucho ánimo, he conseguido por fin preparar la comida,
algo de ensalada, carne y arroz. Casi no me apetece, pero he de comer porque
tengo que alimentarme, porque he de seguir adelante, porque he de continuar
viviendo.
El móvil permanece silencioso sobre la mesita del salón, pero
no pienso llamarte, y aunque me muero de ganas, me he jurado a mí misma que no
lo haré.
Me cuesta tragar cada bocado y encima ha empezado a llover.
Me ha sobrado comida, la guardaré en un táper en el frigo, así
no tendré que cocinar mañana. No me va mucho cocinar, aunque reconozco que a
veces puede ser una buena opción para esquivar el aburrimiento.
Ahora se ha puesto a diluviar, lo que faltaba para hacerlo
todo más deprimente, una inesperada lluvia primaveral.
Los cristales de mi ventana se cubren de vaho, apenas se ve
la calle. Dibujo corazones rotos sobre el cristal, pero enseguida me arrepiento
y con rabia los deshago con la palma de la mano. Ahora puedo ver la calle, está
vacía y mojada.
No hay rastro de ti.
Miércoles
Se acabó, no veo más tele, parece que cada vez que la
enciendo me pongo peor.
Tomo mi lector electrónico y busco algún libro para leer,
llevo tiempo que no lo hago, necesito algo fuerte: suspense, terror, gore, yo
qué sé. Todo menos novelas de amor, no quiero saber nada del amor, estoy harta
del amor y su ingratitud, estoy cansada de sufrir, hasta la coronilla de
esperar por ti.
Mi teléfono está a reventar de mensajes de mis amigos, pero
no me apetece hablar ni chatear con nadie. Estoy aplastada por toneladas de
soledad que no se acaban, por tu desamor, ¡por tu maldita culpa!
Comentarios
Publicar un comentario